Todo era una hermosa mentira. Tu sonrisa, tus ecos, tus dioses, tu amor, tu agonía. Nada valía en realidad, nada era tangible. Esta quimera de quilómetros de besos se desintegra en mí, la siento irse, la siento arder. Pero quédate conmigo. Miremos este ocaso cual si fuera el primero, y déjame verte reír de nuevo.