viernes, 24 de diciembre de 2010

Sólo quiero saber
si la noche te acaricia la espalda
y el silencio te dice las cosas
que yo podría decirte
pero no te digo.
Quizás ayer yo era otra,
y vos no eras vos,
y tal vez por eso podíamos,
y queríamos,
hacer una ensalada de palabras;
por eso nos decíamos,
nos cantábamos,
nos tocábamos,
nos dejábamos.
Hoy la luna es otra,
y yo no sé si soy la misma,
pero te miro
aunque desde otro ángulo,
te respiro y pienso que
sólo quiero saber
si sonreís cuando me nombran
los rumores de los ocasos,
las palabras que grabaste,
las manos, que dicen tantas cosas.
Quizás un día podamos, quizás.
Sólo quiero saber si.
En fin.

24-12-2010

martes, 7 de diciembre de 2010

Se acerca el río después de millones de años en el desierto. El agua que fluirá quizás no sea más que otra forma de imaginar la sed, pero nada podría reemplazar el que se escurra entre mis dedos hasta llegarme al alma.
He vagado por montañas sin miedo de caer, revoloteado entre tormentas de arena, chapoteado entre las hojas del interminable otoño. Nada de eso es real. Sólo el río que viene, sólo el ruido que lo trae y la sensación que vendrá. Quizás tampoco eso sea real. Quizás nada lo sea. Quizás sólo importe que quiero que el agua sea real, que quiero que el agua me envuelva y me transforme y me deje beber hasta nunca saciar mi sed para seguir bebiendo.
Auroras y presagios, malos augurios, tormentos, ideas. Todo eso. Nada de eso. Todo esto, que no es nada, y después el río que vendrá y será mío en tanto no lo sea, después el río que vendrá y tendrá el nombre con el que te nombro para que me nombres.

miércoles, 24 de noviembre de 2010


Es la necesidad de sentirse necesitado, avanzando en cada latido, consumiendo el poco aire que se respira.
Es mirar alrededor y no encontrarse en los otros.
Es buscarte debajo de la cama, detrás de las puertas, entre los borradores que dicen que te busco.
Es mirar alrededor y no encontrarte.

El don de aprovechar el tiempo es el que me falta entre tanta necedad compulsiva.
Es poder encontrarte y no aprovecharte.
Es poder encontrarme en vos y no aprovecharlo.

Hay una razón. Debe haber un motivo. Algo que justifique la negligencia a la hora de ser.
Es buscarte motivos para que no seas vos.
Es buscar motivos para no ser yo quien te busque.

Son solo palabras. Somos solo palabras. La vida se lee en los ojos como una vóragine de palabras.
Es querer decirte y nombrarte.
Es querer poder decir que te digo.
Es querer escucharte decirme que tenés tantas cosas para decirme.

Debilidad: no animarse a dar el paso; no animarse a arremeter contra el destino y los designios y trazar lo que viene.
Es intentar olvidarte para borrar el futuro.
Es tenerte presente en el flujo intemporal del alma.
Es pensarte. Tanto.

domingo, 21 de noviembre de 2010


                Eso era todo. El final sin un comienzo, el atardecer sin el día. El vasto infierno de soledades esperando la asunción de su nada. La voz interior repitiendo, sollozando, “sí, siempre estuviste sola”. Y sin embargo te sorprende ahora este despertarte sin mañana, sin promesas de sábanas sin tiempo y relojes parados.
                Llegaría el día, quizás. Esa era tu bandera. Ahora el quizás se convierte en ingenuidad barata, en idiotez compulsiva a creer los juegos que inventaste. Y sí. Y no. No hay nadie.
                Entre un ir y venir de proverbios y cánticos infames, perdiste la noción de la realidad, esa que siempre te gritaba que tus ilusiones serían cenizas inútiles. Pero la razón de nada sirve cuando la sangre hierve y cruje la espalda.
                Se opacan las guirnaldas de película. Crece el muro, el de siempre, el tuyo. Siempre intenta derrumbarse para volver a crecer. Y la rabia, el dolor que te inventaste, se alimenta en silencio. Mientras tanto… Mientras tanto, ella. Mientras tanto, quizás…

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mítico crítico plasmando el punto y aparte. Querer mirarte, sentir el arte de derramarte en el momento justo para amarte. 
Silencio que potencio en tu mirada para que invada la vehemencia. Vuelve la ciencia de impaciencia por tu esencia, y no hay consciencia que resista la irreverencia de extrañarte. 
Baluarte de mis días, la energía que el día vuelve mía, y que la noche y el derroche vuelven puñal. No habrá arsenal de pensamientos ni escarmientos que me aparte de la parte que me parte; el desearte y tener miedo. 
Concedo el desplegarte y olvidarte; concedo el conceder. Pasará el atardecer. Pasará el cerrar los ojos, y no volver.

viernes, 22 de octubre de 2010

Errante es el silencio que amuralla los sentidos. Quimeras sin tiempo trazan un norte, pero los segundos gotean sobre el cuerpo y lo amedrentan. Llegará un día, quizás. Llegará. Y el puñal se vuelve relojes de arena; la cicuta son miedos y palabras mudas.
El nudo de verdades en la garganta ahogaría a cualquiera. Gritar es el hilo de cordura que devolvería la mente a su lugar. Pero las verdades están prohibidas en este teatro. Esta prohibido quitarse el antifaz.
Nada me importa -repito-, que en el lugar no haya un alma. Nada me importa volverme cenizas de soledades al viento. Nada me importa...

domingo, 26 de septiembre de 2010

Teletransportarme y sentirte acá, allá, sin espacio ni tiempo. 
Sentarme en la nada, y mirarte dormir, sin prisa ni amanecer.
Correr porque nunca más llegaremos tarde.
Y porque nunca será tarde.
Porque pensarte a veces ya no alcanza, y nunca nada alcanza pensando(te) tanto.

Quererte como si fueras a salvarme.
Como si pudieras salvarme.
Como si quisiera que me salves.
Como si necesitara ser salvada.
Quererte, como si necesitara quererte, para salvarme.

Quererte y sentirte acá, allá, sin espacio ni tiempo.

Quererte.
Quererme.
Querer que me quieras.
Cre(c)er.

domingo, 12 de septiembre de 2010


                El infinito que fluye en silencio y nos desnuda, mostrándonos lo efímeros que somos, creyéndonos el canon de eternidad, viviendo como si no importara nada el ser o estar.
                Ella sostiene el café en una mano, un cigarrillo en la otra. Mientras, mira el mundo afuera de su ventana y se concentra. Cuántas vidas ahí, del otro lado del vidrio. En este momento probablemente haya un niño llorando en algún rincón, un hombre pegándole a su madre, un anciano dando de comer a un perro de la calle, infinitas personas haciendo el amor. Y ella está ahí, pensando en ellos; y ellos están ahí, viviendo sus vidas, sin saber que ella los piensa.
                ¿Pensará alguien en mí?, se pregunta sonriendo, y sabiendo que sería idiota suponer algo así. Casi puede sentirse asomándose a la calle. Claro que no lo hará. Pero podría. Como también podría quitarse la vida en un instante, o derramar alguna que otra lágrima, para creer que siente.
                Pasaban los años, y ella seguía sosteniendo ese recuerdo en su altar, sin importar cómo la destruía. La gente que consideraba suya se había alejado lentamente, o quizás ella misma las había alejado, pero realmente no importaba. Decidió que no importaba. Que sólo importaba ese momento. Pero ese momento estaba vacío, y tampoco importaba. ¿El futuro? Cuento para niños. Puras mentiras. ¿Quién sabe algo del futuro? Todos hablan como eruditos y son unos pobres niños ingenuos.
                Había intentado viajar, para alejarse de sus recuerdos, ése en particular. Pero descubrió que los llevaba con ella donde fuera. Incluso en París. De chica pensaba que la gente no recordaba en París, pero ahí se había encontrado ella, tan llena de recuerdos como en Buenos Aires o en Hong Kong. “París es una mierda”, pensó al volver.
               
Pensaba en las respuestas. Las creía verdades, aunque sabía que no era cierto, y todo en lo que creemos se convierte en nuestra verdad. Le atravesaba el pecho, entonces, su silencio y las palabras que no podía pronunciar. Otra noche la encontraba en la misma posición que el día. Otro solsticio para acumular en lo vano.
Ha llegado el momento, pensó y lanzó una carcajada, y se asustó al escuchar su propia voz, que hacía tanto había olvidado.

Caminaba en la noche, sentía sus pasos y su cuerpo como los de otra persona. Sentía a la calle y la noche como un sueño, y quizás lo fuera, pero daba igual. Al fin y al cabo, nada nos permite aseverar que la realidad no sea un sueño, o que los sueños no sean nuestras realidades, o que nada exista más que el pensamiento de la noche, más que el creer en la existencia del capricho de respirar y sonreír a lo bobo.
Sabía muy bien dónde iba. ¿Cómo no saberlo? Lo planeaba desde hacía años. Y finalmente llegó, deteniéndose frente a la puerta, queriendo correr hacia atrás, queriendo hacer sonar el timbre, queriendo gritar y queriendo morir. Debía elegir. Siempre hay algo tan terrible en las elecciones que hay que hacer, que pueden volverse insoportables. Todo un futuro nuevo se abre a cada paso, con cada decisión. Todo un mundo nuevo, lleno de sorpresas, y nuevas oportunidades, y nuevas mentiras y engaños, y nuevos silencios, y nuevas muertes. O nada de eso. O nada de nada.
Pero tocó el timbre, y golpeó la puerta, y la pateó, y gritó y lloró, y creyó morirse por un segundo, hasta darse cuenta de que no estaba muerta en ese momento, que había estado muerta durante mucho tiempo, pero ya no.
Nunca nadie atendió, porque quizás ahí ya no vivía nadie, porque quizás las horas impropias no favorecen los reclamos, o quizás porque nunca llegó a destino. Daba igual. Estaba segura de que estaba viva, y de que podía hacer todo eso, y morirse y nacer, y correr de nuevo al hogar, para poder dormir, después de tanto tiempo sin sueños. “Claro. Debe ser eso. Debe ser que los muertos no sueñan. Y probablemente París no sea bueno para los muertos.”

jueves, 9 de septiembre de 2010

...Dorian, no se engañe usted mismo. La vida no se rige por la voluntad o por la intención. La vida es una cuestión de nervios, de fibras, de células lentamente formadas, en las que se esconde el pensamiento, y la pasión tiene sus sueños. Se puede usted imaginar a salvo y creerse fuerte. Pero un casual tono de color en una habitación, un cielo matinal, un perfume peculiar que amó usted y que trae sutiles recuerdos consigo, un verso de un poema olvidado que vuelve a su memoria, una cadencia de una pieza musical que dejó usted de tocar, de todo esto, Dorian, se lo digo, de todas estas cosas parecen depender nuestras vidas.

El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde

miércoles, 1 de septiembre de 2010



De vez en cuando, el viento,
el tiempo, las voces, el sueño,
los pasos, la mentira,
el llanto, el silencio, los amigos,
el vacío, la soledad, 
un cuento.
De vez en cuando, reír
y sentirse vivo.
De vez en cuando, pensar
y tener miedo.
Desacostumbrarse, perder,
transformar lo inmutable en cenizas.
De vez en cuando, bajar, 
correr
y permitirse ver
que el mundo gira.

lunes, 16 de agosto de 2010

Habla el ermitaño

El arte de frecuentar el trato humano está basado esencialmente en el hábito (que requiere, por cierto, largo ejercicio) de admitir una comida cuya preparación no inspira confianza. Suponiendo que se vaya a la mesa con hambre, la cosa será fácil (la peor compañía te hará sentir, como dice Mefistófeles), pero no se tiene a mano tal hambre siempre que se necesita. ¡Cuán difíciles de digerir son nuestros prójimos! Primer regla, asirse a su valor con las dos manos, como cuando nos sucede una desgracia, y conducirse animosamente, lleno de admiración hacia uno mismo, apretando la repugnancia con los dientes y tragándose el asco. Segunda regla, hacer mejor al prójimo, por ejemplo, mediante la lisonja, para que se ponga a sudar felicidad por todos sus poros, o bien tomar de una punta sus cualidades buenas y agradables y tirar de ellas hasta sacarle su virtud, a fin de que pueda cubrirse con sus pliegues. Tercera regla, la autohipnotización: mirar a vuestras relaciones como a un botón de cristal hasta que dejéis de sentir placer o molestia, os durmáis imperceptiblemente, os pongáis rígidos y acabéis por tener la debida compostura; esta es una receta doméstica tomada del matrimonio y de la amistad, muy probada y reputada como indispensable, aunque todavía no se haya formulado científicamente. El vulgo la llama paciencia.

Friederich Nietzsche.

viernes, 13 de agosto de 2010

Arquetipos del amor que circulan por el aire, y uno se pregunta cómo llegar. Vuelve el delirio fugaz de asimilarse al tiempo, de creerse fuerte y capaz. Vuelve él, con el silencio a cuestas, a desfigurarte el destino. ¿Volverás?
Enemigos alados, girando en tu cajita musical, y tu sonrisa idiota lo dice todo. El engaño nunca fue tan evidente, y la herida se sumerge en el salar. Guirnaldas adornando tu desidia, y el palacio se convierte en cristal.
Dejame reírme y brindar por tu desdicha. La lágrima que derrames será mi corona, mi permiso para volver a soñar.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Flow

Destrozar tu silueta en el muro; aprender a agachar la cabeza en vano.



Silenciar las balas; intuir los errores.


Y cometerlos.


Saber que el tiempo pasa.


Que tus palabras me lastiman, y tus silencios me desangran.


Mentir para mentirme; sentirme sin sentirte; jugar a anhelarte por instinto.


Arruinar el día para siempre, por miedo a sonreír, y no obtener sonrisas a cambio.


Y esperarte. Siempre esperarte.


Como si fueras a sentir algo de repente; como si fueras a arrastrarte por primera vez.


Odiarte por no odiarme siquiera. Odiarme por no tener fuerzas para odiarte.


Despertar sintiendo al vacío respirarme al oído. No saber si despertás. No saber si dormiste.


Dormir sin sentido, dormir sin sueños.


Dormir como si fuera un sueño.


Extrañarte. Pensarte pensando en mí.


Saber que es mentira, y seguir pensando.


No querer pensar[te].


Y saber que el tiempo pasa.

sábado, 24 de julio de 2010

Mirar mis manos frías temblar de vergüenza por querer alcanzarte, y pensar que tus manos quizás se enlazan con otras. He ahí la cuestión.

Sentir el viento pegándome en la cara; pisotear el otoño por el boulevard; agachar la cabeza; recordar tu voz; intentar no recordarla.

martes, 6 de julio de 2010

La tarde incendiaba los azulejos, y antes de morder el polvo pude enderezarme. Sólo quería escuchar tu voz, y rozar tu brazo sin querer, al caminar hacia el exilio de las mentiras que esconde el crecer, de las mentiras que nos obligan a fingirnos eternos.
Es este sentirme sola el que revuela por los espejos y me acecha de reojo. Es este querer mirarte dormir el que me aturde cuando silbo las canciones que me enseñaron en la cárcel de cristal en la que me sumergieron al nacer. Son los libros los que abrazan más que nadie, y que me llevan a querer gritarte en sol menor.
Es otro día del eterno julio, del eterno invierno, que pasa y pesa como una pérdida de tiempo. Y es por considerar al tiempo como una pérdida que la gente se suicida sin piedad al caer la noche y dar vueltas en una cama vieja, en unos sueños oxidados, en un mar sin nombre ni voz.
Pensaba en encontrarte al despertarme, quizás, por arte de magia. Quizás, por arte del destino o vuelta de ruleta hubieras caído en mi ventana después de la noche. Quizás el viento te hubiera secuestrado y arrastrado hasta mi altar, para jugar a mentirnos y a escondernos, a cambiarnos el disfraz.
Pero desperté, y el día me encontró como nunca, como siempre. Atada a una camilla de clavos que desespera de oírme llamarte en sueños. Corretear entre las hojas que invaden el asfalto es el objetivo de mis vigilias. Tener dónde correr, dónde enterrarme. Tener quién me alcance cuando me voy muy lejos, y no quiero volver.
Luego me piden y me ruegan, me prometen y me someten. Yo caigo. Y quiero caer en tu puerta, arrodillada, mientras resbala la sangre por el cuerpo. Y quizás dejar de sangrar. Y quizás dejar de morirme. O morirme, de una vez por todas.

viernes, 25 de junio de 2010

Lo dije. Como quien no quiere la cosa, medio de refilón, lo escupí. En el momento menos esperado, menos oportuno.

Y sin sentido.

jueves, 17 de junio de 2010

Al enderezarse el camino
se destruyó el paso
que te llevaba a su anhelo.


Inteligible se vuelve el tiempo,
las nostalgias sin sentido,
y los alcohólicos profesos.


La libertad ansiada,
el silencio prolongado,
los abrazos milenarios,
y el arca deshecha.



¿Qué sentido tenía


esperar por ella?

sábado, 5 de junio de 2010

Enemigos de la realidad en el campo de batalla. Competencia de egos en el mismo bando, y el rayo desenvuelve la esencia. En causas comunes renace la violencia de ayer.
Creencias que destruyen el pan de cada día y lo vuelven sal helada en la lágrima del viento. Los susurros no llenan la paciencia, pero la corrompen. Uno se vuelve consecuencia de las palabras que los otros enuncian, y se vuelven propias las angustias que circulan por el tiempo.
¿Cuál es el fin?, se pregunta y les pregunta. Otra gota en la copa y otro ego por rebalsar. Ya no importan los objetivos y sí los medios; ya no hay más meta que ser la meta, el principio y el caminar.
Éramos hermanos sin disfraz y ahora sólo el antifaz nos permite seguir unidos. Todo se volvió confuso y fugaz. La luna es efímera si no se baila al compás.
Dan un paso atrás para no seguir a nadie, y por querer ser seguidos. Es la señal para ignorar.

Los oídos en piloto automático para los que no nos dejan avanzar.

domingo, 25 de abril de 2010

Gatillar el destino en tu sien tal vez te despierte. Las mitologías pesan al paso si no se destapa el caso. Un poco de luna no cae en tus brazos por casualidad. ¿Vas a dejar que se escape? ¿Vas a dejar que me escape?

jueves, 8 de abril de 2010

El humo enredándose en tu pecho se vuelve néctar para el azar. Apostás de nuevo a esa irrealidad, a la cabeza. Todo pasa fugazmente entre una pitada y la otra, y las miradas lo dicen todo: estás a punto de deshacerte. Ya no podés correr tras esa carnada; estás viejo, cansado y de mal humor. ¡Claro! Los pesares se acrecientan a cada derrota.
Ella abre sus ojos, y no estás para verlo. Te fuiste, te acurrucaste en un rincón a llorar como un idiota, arrepintiéndote de tu cobardía. Luchas en tu fuero interno: ¡qué más da! El mundo exterior es mucho peor, no querés saber nada de eso; quizás te quede una pizca de felicidad en tu locura.
Los colores se desintegran, pero ya nada te duele. La agonía se trasnforma en canela; el frío en corazas. El silencio nutre tu ego, y pensás que tu voz es la única, la universal.
Por fin, después de siglos de tortura, tuviste la cordura de gritar.

lunes, 22 de marzo de 2010