jueves, 4 de agosto de 2011

No reconocerse en el espejo nunca es una buena señal. Será que tanta soledad termina surcándome la cara, y el silencio nubla la vista, o será que las imágenes no saben quiénes somos, quiénes fuimos, cuánto amamos.
¡Cuánto te amé! Ni siquiera las palabras pueden entenderlo. ¿Por qué esperar más de mi reflejo?
Cuánta felicidad me metiste a hachazos en el cuerpo, y ahora cae gota a gota por mi espalda. Ni siquiera puedo hablar de espaldas. Ese lunar.
Quisiera arrastrarme. Sí. Sólo eso. Arrastrarme de crepúsculo en crepúsculo, gritando que mi vanidad siempre fue en vano. Que sólo tu mano me conoce (no importa si la derecha o la izquierda; ellas comparten sus secretos). Que estuve a punto de sacarme el armadura y regalártela en señal de todo eso que ahora parece una mentira. Que ya no hay forma de que vuelvas a dormirte mientras el eclipse de luna nos da las buenas noches. Que todo se convirtió en eclipse desde que me fui, aunque me haya ido sin irme y en realidad vos te hayas ido cuando me fui.
Cómo me gustaría volver y quedarme. "¿A qué te vas?". ¿Por qué me fui? ¿Por qué desde que me fui sólo quiero volver? Volver, volverte, volvernos, volveré, volverás, mentira, ser, quiero, tenerte, hola, amarte, yo, vos, no, claro, entiendo, extraño, te, necesito, te, contame, decime, nombrame, armame. Armanos. No me gusta este rompecabezas. No puedo encontrar la pieza de tu lunar para volver a ponerlo en tu espalda y por fin volver a dormir, que mis ojos se cierren viendo tu lunar, que mis ojos se abran y que esté ahí, señal de que estás ahí y yo también estoy ahí y por fin estamos de nuevo donde (digo yo que) tenemos que estar.
Pedime
que
vuelva.