martes, 27 de septiembre de 2011

Algún día quizás entiendas que la distancia no es cuestión de kilómetros. Es, por ejemplo, este sentarme al lado tuyo y que tu mirada -la de verdad- se desvíe hacia la ventana y volvamos a la rutina del desayuno de mate con cigarrillo porque ya no queda ni para pan duro.
Yo venía desde un tiempo muy lejano solo para encontrarte. Yo venía de mi soledad. Yo quise salirme del espacio.
Vos venías de un silencio interminable, gritándome que te hablara.
Hoy te nombré y no escuchaste. Hoy te dije que la crueldad es tu espalda mirándome de frente.
Me pediste tantas palabras que no tengo, sólo para guardar las que no te di y correr en dirección contraria.
Hoy te nombré porque no me reconocí en vos. Hoy vos sos el silencio que te envuelve y que me escupe la cara. Hoy vos sos yo, y tenés miedo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Aplaudan el desfile de entes primaverales, bailando alrededor de la abarrotada realidad, como si no existiera. Sáquense el sombrero ante el solemne transcurso de la idiotez y su estandarte. Compren, queridos súbditos, su felicidad; está al alcance de la mano. Alcen sus cabezas y podrán liberarse en la danza, siempre y cuando no noten los hilos con que los movemos. Sí, podés estar convencido, esto es lo que vos querés, no le des más vueltas. Tenés un auto y una novia alta y rubia, el asado los domingos y la rutina perfectamente planeada. No te salgas jamás el esquema, podés perder todo. No se te ocurra decir una palabra de más. Ni de menos. Está todo en el guión, no te preocupes. Nosotros nos encargamos de todo. Sonreí. ¿Qué estás esperando? ¿Cómo que no te divierte este gran espectáculo? Señorita, usted acaba de firmar su carta de renuncia ante el mundo. Puede refugiarse en el rincón. No se moleste en gritar, su agonía no puede perturbar nuestra felicidad. Hemos tomando todos los recaudos y hemos dejado a todos sordos y ciegos, y debo decir que no han presentado resistencia. No se moleste, no van a despertar; solo nosotros, los hipnotizadores, controlamos este sueño mágico. Más colores, por favor. ¡Atención! Creo detectar un esbozo de pensamiento. Soldado, córtele la cabeza. ¡Nos hemos salvado!

viernes, 16 de septiembre de 2011

Yo quiero que me vengas a buscar y me llenes de lujuria. Que el elixir de la soledad se maldiga a sí mismo y se trastoque en música abismal. Que seamos un relojito sin cuerda, marcando el compás con los destellos que broten de las innumerables lenguas. Que seamos.
Buscame en la oscuridad de la noche, acurrucada en el último rincón del silencio, con las palabras escondidas en el pecho, emergiendo de a poco en un grito eléctrico.
O no me busques. De todas formas he de morir lamiendo tus manos
otorgándote perfecciones
arrancándote la piel en los susurros.
No olvides abrir la ventana esta noche. Quizás sea yo quien pueda buscarte, convertida en una sombra atroz, en el significante que se oculta ahí, en el fondo del deseo que pisoteás durante el día. Pero la noche no tolera mentiras. Está llegando la noche. Está llegando.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Te está envolviendo.
Te está devorando.
El Verbo maldito sube por tu espalda
y se enreda en tu cuello
abriéndote la boca,
sacudiéndote la lengua
y de ahí hacia el centro
y más abajo.
Te está carcomiendo.
Te está siendo.
El Verbo maldito te está diciendo
que digas que no dice nada.

domingo, 4 de septiembre de 2011


Es la eternidad del vacío recorriendo mi espalda, diciéndome que existo pero que no vale la pena. Inhalá, exhalá, eso es todo, el aire circulando por tu cuerpo, que no es aire sino oxígeno, y todos los procesos que suceden en tu interior, en esos pequeños pedazos de vos que son células que de a poco se van muriendo, desde que nacen se van muriendo. Como todo. Salvo el alma, si es que existe. De todas formas, su existencia no es de mayor importancia. Básicamente lo que por milenios se ha llamado alma es una mezcla de sentimientos, pensamientos y carácter (que al fin y al cabo es una conjunción de los dos anteriores). Quizás sea esto o quizás sea otra cosa. Quizás no sea.
Lo importante del asunto es que, sea lo que sea, no recorre el mismo trayecto lineal que la materia que hemos dado en llamar nuestro cuerpo, que desde que empieza a ser también empieza a dejar de ser. Ser para dejar de ser. Amar para dejar de amar. Reír para dejar de reír. Vivir para dejar de vivir. Escalofriante suceder de pesimismos que se amotinan en la puerta por donde debería entrar la alegría, el júbilo de dejar de ser, pero siendo. Patético estancamiento. Pienso, luego existo, luego no pienso, luego no existo. Luego quizás no haya más luego, y yo desperdicio el instante detenida en el pensar que si existo, por pura lógica, voy a dejar de existir.
Y así fue como existimos todo lo que duró la eternidad del momento, riendo, durmiendo en ese abrazo que pensé que duraría por siempre, porque estaba sumergida en lo más profundo del continuo presente y no en la mera contemplación de la fugacidad, del acontecer caótico en el que se arremolinan los ires y venires de todo esto que fuimos. Efímero momento de calma el despertar y encontrarte al estirar los brazos, al sentir una pierna por acá, la cálida respiración. Efímero momento en el que podía comprobar empíricamente tu existencia, y sanseacabó. De nuevo los brazos que no encuentran sus semejantes, que encontraron para dejar de encontrar.
Podría decir que te perdí, pero sólo sería una enunciación vacía, como lo que acabo de decir, y todo lo que continúe diciendo con estas palabras que nada tienen que ver con lo que realmente está ahí afuera. Como decir que el cuerpo es el que vive este presente que avanza irremediablemente hacia un futuro de desaparición. Como decir que el alma, esas partículas exóticas, a veces se atascan en el pasado y te retuercen hasta que la agonía te hace creer que todo está bien, que es así y que para qué darle vueltas al asunto si al fin y al cabo el abrazo estalló en mil pedazos y solo queda juntar los trocitos para atesorarlos y contemplarlos por lo que quede de vida en tus células, o pisotear el abrazo roto y seguir siendo, así, a medias, como quien ganó para perder(te).