jueves, 27 de octubre de 2011

Oscurece, entra la noche por los poros, fluye, se adentra, se adueña, se arremolina en mí. Yo bebo la noche mientras la noche me bebe.
El compás de las sombras que se deslizan por las calles marca mi tiempo. No puedo salir, no puedo mostrarme, no puedo dejar de ser esto que la piel delimita y define.
Se eclipsa el instante tras las palabras. Emerge la necesidad de vida entre tanta muerte. Yo no quiero morirme de tanta muerte.
Pernoctarán los infames y traerán consigo la eternidad. Vendrá la vida a matarnos y nos dejará desnudos, y por fin la sangre dirá algo, y por fin el verbo será libre para que la noche sea noche sin necesidad de nombrarla.

sábado, 8 de octubre de 2011

polvo

Día trescientos mil veinticuatro.
El silencio te envuelve y es tu culpa
por no dar el paso,
por no respirar hondo
y animarte a quitarle
quizás la ropa, quizás las palabras
quizás el miedo.


Día cuatroscientos mil ochenta y siete.
La soledad te patea la nuca y es tu culpa
por seguir estancada
dando vueltas entre sábanas solitarias
enredándote,
ahorcándote,
mirando de lejos, susurrando
lo que deberías cantar.


Día quinientos mil treinta.
Nadie vino a tu entierro
pero todos los que quisimos conocerte
sin que nos lo permitieras
esperamos que ahora
de una vez por todas
te animes
a sentir.


Malditas palabras las que quedaron
en tu garganta
y que ahora, bajo tierra
te seguirán revolviendo las entrañas
por toda la eternidad amén.
Buenas noches, y perdón
por la oscuridad.

martes, 4 de octubre de 2011

Cíclope

Recién te diste cuenta de que te soltaron la mano hace tiempo. De que solo sos una migaja de tierra en el universo. No tenés dónde apoyar la espalda para descansar. No tenés dónde descansar la cabeza para llorar. Y está bien, sos libre. Sos libre pero estás sola. ¿Cuál es el precio de la libertad?
Te prometieron un mundo de rosas, y de repente no había nadie a tu alrededor, estaba oscuro y tenías miedo. Ahora cruzás la calle mirando para los dos costados, cuidando que no te choque el mundo, que la vorágine no te lleve por delante y te arrastre hacia sus fauces.
Te prometieron una infancia eterna, el jardín más verde, la calesita y la sortija. Te prometieron todo y no te dieron nada. Podés subir la escalera, podés saltar al abismo, podés envenenarte hasta la saciedad, y el cíclope no lo verá. 
Dejar de respirar, irte y no volver, esconderte detrás de la puerta para siempre, arremolinarse en eufemismos, es todo lo mismo. La metáfora te ahorca.
Ahora vas a dar el primer paso. Soltá las manitos, chocate contra la pared, rompete la cabeza, desangrate. Soltá las manitos, aprendé a usarlas, ponelas alrededor del cuello del cíclope, y apretá fuerte. Felicidades, cortaste el cordón. Te diste cuenta de que siempre estuviste sola.

sábado, 1 de octubre de 2011

paradoja

Lo paradójico acá es que el rompecabezas está completo mientras le falten piezas. Cuando están todas en su perfecto lugar, cuando no hay un huequito, una llaga donde meter el dedo, la completud se te atraviesa en la garganta y va bajando, despacito, hasta revolverte las entrañas. Quizás tu terapéuta o el taxista no entiendan que cuando él no está, vos todavía tenés esperanzas. Pero cuando lo ves llegar con esa sonrisa de perrito mojado, trayendo el desayuno para dos y el diario con todo lo que uno necesita saber sobre la realidad milímetro a milímetro, se te cierra el estómago y estás más vacía que nunca. La perfección te arruina, te quita las ganas. Tu mundo está completo mientras no lo esté.