Precede
la sombra al solsticio
que, tan servicial como trunco
nos deja varados
varadas
a medio camino entre
la muerte y la risa.
Esconde en sí,
en su ceño,
en el medio de su cordura
todo lo ajeno, lo más que impropio,
lo que no se nutre más que de verdades
efímeras,
nimias,
tan fútiles como todo lo cierto.
Tan cierto como lo finito,
como las vueltas bien idas
y lo que no ha ido y ha muerto.
No es la negación ni el pretérito
lo que bebe este silencio,
esta noche trunca,
sino el elixir
el mero elixir
de las palabras.
El pasadizo se acota
se acata
a cada paso
que no es errado tan solo
porque no existe.
La rueda, la manía del puente
proliferará en vano bajo el yugo
de lo que no puede
no podrá
no será
nombrado.
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