Estéril se vuelve la
peregrinación infinita.
Era un día como
otros, si es que tal cosa existe. Era lavarse los dientes y salir a la calle.
Era rutina y pan duro. Era la inmovilidad total, de tanto correr en círculos.
Presurosa mano
recorriendo su cuerpo. En silencio. Inexperta.
Eternidad que espera
en vano, con la ventana abierta.
El crepúsculo,
siempre alerta, susurrando al oído las verdades que trae el odio.
La sonrisa, la
máscara feliz, el risueño letargo, el nombre impropio, la inexistencia del
olvido,
las bodas de plata,
la atrocidad de la nada, la austeridad del engaño.
La sangre roja. El
corazón que se escapa.
Tic
tac.
1 comentario:
Me encantó...
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