lunes, 24 de noviembre de 2008

Algo se rompió o se está por romper. Ya tu sonrisa no es como la de ayer, y tus palabras se azotan contra el muro que creció de la nada en el medio. Todo pasó fugazmente, y me pregunto como fue; si fue por soltar tu mano, o aferrarme demasiado a ella.
Quisiera bombardear con abrazos esa medianera cruel, pero mis brazos no superan tus distancias; ni la real, ni la que inventas. El amanecer ya pasó y luego vendrá otro, y los albañiles de la soledad irán fortificando esa casa de miedos, de lejanía entre lo que fuimos y lo que somos.
No quiero despertarme un día y encontrarme falta de tus palabras. No quiero despertarme un día y saber que no vas a contestar mis llamados desesperados por un simple gesto de tu parte.
Pero no se luchar, o ya no quiero. No entiendo y no encuentro ese pasadizo secreto que me conduzca de nuevo hacia el pasado de la esencia que escondemos, o queremos esconder.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Derrota

En la colina más alta estoy sentada, esperando el amanecer que parece no llegar nunca. Pasan las horas, pasan los días y los años, pasan los latidos ausentes, pasan las canciones viejas y las fotos gastadas. Pasan las noches y las mañanas, pero no pasa el vacío. No pasa la ausencia.
No me alcanza el tiempo restante para decir lo que quiero decir, aunque ni siquiera lo se. Metáforas milenarias se quedaron en su casillero, sin siquiera intentar moverse. Es la falta de expresión lo que consume este fuego y atenta contra sus cenizas.
Pero, ¿como reaccionar cuando no se enciende la luz esperada? ¿Cuando ya no hay nada que hacer?, ¿cuando ya no hay nada? Ya todos sabemos que estas nuevas brisas de verano no serán lo que eran, no traeran ese alivio para los agobiados, ni la esperanza para los desperanzados.
Que larga es la paciencia de los desesperados cuando esperan... Que triste es el consuelo de los resignados, y que larga la noche sin estrellas. ¿Que paciencia se puede tener siendo una resignada mirando un cielo vacío?
Las horas pasan tan lentas, o tan rápidas, que ya no puedo llevarlas conmigo. No se si es porque pesan mucho, o porque no significan nada. Es que ya nada significa nada cuando no hay razón para significar, para ser.
Si tan solo alguien me enseñara la receta para vivir en paz, y ya no pudiera arrepentirme.. Si tan solo me arrepintiera por no saberlo, y no por mis actos erroneos sabiendo lo que acabo de cometer.
Es tan dulce la derrota cuando ya no hay nada que perder, y tan amarga la victoria cuando llega el momento de caer. Tantas veces cerre los ojos esperando poder ver, ¿pero de que sirve? ¿De que sirve ver sin ver? ¿Ser sin ser? ¿Esperar, aun sabiendo que vamos a perder?

martes, 4 de noviembre de 2008

Sombra entre las sombras

Te sueño en colores entre tanta tempestad, pero nunca mis lágrimas fueron tan saladas. Corro entre los abismos de tus desgracias y tus miedos, intentando alejarlos, porque aunque no me los reveles creo conocerte sin saber cómo ni por qué. Me entierro entre tus deseos intentando ser parte de ellos y me camuflo entre tu sed para beber de tu mar, pero nada me sirve, nada me calma.
Soledades concurridas que se transforman en un equipaje muy pesado, pero seguimos adelante y paralelamente sin tocarnos. Pero en el fondo yo se que tu alma es la mía, aunque la cárcel de la piel social asesine brutalmente nuestros sueños.
Algún día dejaré de observarte desde la oscuridad para atreverme a secuestrarte y retenerte en mi cárcel de luces y melodías que te construí para nunca dejarte salir. Tu sangre será la mía y reclutaremos un ejército de colores para que nos amparen en esta lucha fría contra la desgracia marginal.
Siéntate al lado mío para desgarrarme el corazón y dáselo de comer a tu ego, es todo tuyo; toma mis manos y toca una canción para mi muerte, pero ni siquiera así lograrás escaparte de esto que te persigue, que no soy yo sino lo que sientes. Soy el reflejo de tus dudas y tus conflictos, tus antojos de ver desfilar antorchas por la calle de tu agonía y así sentirte en paz.
Pero sólo yo te veo como realmente sos, a pesar de tantas máscaras y trapos que te revisten para que todos se alejen. Soy yo quien se acerca en la noche a cantarte un beso desde algún lugar imaginario. Y también soy quien no te nombra, pero te escribe aunque ni vos ni nadie sepa que esto es tuyo, que todo sería tuyo si te dieras cuenta.
Los finales felices no existen por el simple hecho de ser finales, pero más tristes son las cosas que nunca empiezan, que nunca surgen por no animarse a surgir; las cosas que nos callamos por no animarnos a cantar, a escribir una poesía, a gritarle al mundo entero todo el dolor y felicidad que cargamos.
Y acá estoy, callada en la noche, acechando, esperando el momento para arrancarte la piel y meterme dentro tuyo. Para decirte que nada existe si no lo tocas, si no es digno de tu interés. Para decirte que no existo si no me ves.