sábado, 14 de noviembre de 2009

De nada sirven ya las palabras que se pierden en el tiempo, la música que quita el sueño. Solo necesito un amuleto errante para gritar mi cobardía, mi herejía. No hay silencio en el miedo; miles de muros, miles de mundos me encierran. Ni palabras ni espadas; ni antídoto ni disfraz. La hora de escapar es esta, mientras todo se apaga. El resto humedecerá su alma, tal vez. No me importa. Ahora puedo justificarme así, sin más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué cosa más linda tu blog.
Muy sensible es tu alma.
Lindísimo.