domingo, 15 de mayo de 2011

Qué hermoso que fue. 
Encontrarte por casualidades
 y causalidades, 
destinos y elecciones.
Contarte secretos que me había olvidado.
Contarte.
Escuchar secretos, todos para mí.
Revolverte, inventarte.
Decirte. Sobre todo decirte.
Y no haberte dicho nada.
Releer los signos
que me dijiste
como quiero que me los digas.
Crear lo que no me dijiste,
lo que nunca me vas a decir,
lo que querés decirme
y no me decís.


Qué hermoso que fue.
Despertarme con vos alguna vez,
y seguir despertándome sola toda la eternidad.
Pero que, de alguna forma
u otra,
sigas al lado mío
cada vez que despierto,
aunque no quiera despertar,
aunque quiera que estés a mi lado
cuando despierto y te tengo
sin tenerte.
Y volver a dormirme
como si estuvieras,
como esas veces que estuviste
y seguirás estando
aunque no quieras.


Qué hermoso que fue.
Internarme entre calles
que pensé que eran mías
porque realmente lo eran.
Y darte la mano
al cruzar avenidas
que no sé si existen
(porque seguramente no existen)
pero tu mano
estaba
en el silencio de la noche,
en la tormenta del día,
en el augurio de la muerte
de lo que es
y después no es
porque nada vuelve
nunca.


Qué hermoso que fue.
Mirarte dormir,
fumando.
Esforzarme por recordar imágenes.
Recordarlas, recordarte.
Saber que existías
sin importar si realmente existías.
Sin importar.
Esforzarme por recordar la voz
que me decía
que estaba ahí
en esa realidad
que era lo único que importaba.


Qué hermoso que fue.
Encontrarte,
sonreírte,
hablarte,
sentir besar amar
te.
Y perderte
sin perderte
porque cada vez que te pierdo
la presencia se vuelve más real
y me acompaña 
y me dice 
y me escribe
y me deja encontrarte
sin necesidad de que existas.

2 comentarios:

simplemente Camila dijo...

me gusta..

a veces me pasa cuando te leo que me vienen a la mente un par de versos que leí de Neruda.. ji

Saltamontes dijo...

no me gusta mucho Neruda.. jaja.. pero qué versos?