miércoles, 11 de diciembre de 2013

Seguir fingiendo
como vía de escape, como rodeo
para no enfrentar lo que está
más allá, mucho más allá
de la demanda.
Seguir comprendiendo
a medias, a regañadientes,
lo que no aprendo,
y aprehendiendo
el ser que desea
lo que yo deseo
pero más bien
viceversa.
Prisma adverso
desde el cual la obsesión
duda entre la suerte
y la muerte redentora,
solvente de dicotomías,
excelsa maestra de la resolución
por la vía de la nada.
Superstición ignota
que prohibe el actuar
como vía motriz por excelencia,
sino más bien la razón
como salvación de la impureza
de pensarse un ser pensante
entre tanto maremoto vorágine catástrofe
(que, como vemos, incluso,
me prohibe elegir un sinónimo
para expresar la parsimonia
que me atormenta).
Este ceremonial, este parapeto de la indecencia,
desde el cual es tan cierto lo uno
como lo otro,
me evita el despeñar
toda tu humanidad incierta
a fines de mis más bajos
propósitos [despropósitos].
Esta pulcritud del verbo
no es más que un modo de redundar
en el jugar el juego
en el que el actor
         actriz
-ni lo uno 
         ni lo otro-
muere de tanto estar muerto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me confundiiis! sobretodo cuando tu mirada encuentra la mía... y cuando eso pasa mi suelo deja de ser firme y se convierte en agua... me hundo, me pierdo y me falta el aire... nunca me pasò eso con una...
pd, no escribo asì de feo.. atte una..