miércoles, 1 de octubre de 2008

Olvídame

Olvídame, porque no vale la pena recordar lo que ya no es. Quién yo fui, murió en la puerta de tu edén, sin compasión y en aterrador silencio.
Quién seré ahora, es todavía un misterio, pero sé que no me querrás conocer. Por eso, olvídame y déjame volver a nacer, libre de culpas, y libre de frágiles e inútiles memorias.
Olvídame, pero no dejes de juzgarme. No dejes que caiga en la indiferencia. Persigue a este alguien nuevo como perseguiste entonces a mi antiguo ser. Engáñame y asesina mi espíritu una vez más. Y así, renaciendo y aprendiendo, igualaré tu lastimosa perfección.

Saltamontes - 22/01/2007

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