martes, 27 de septiembre de 2011

Algún día quizás entiendas que la distancia no es cuestión de kilómetros. Es, por ejemplo, este sentarme al lado tuyo y que tu mirada -la de verdad- se desvíe hacia la ventana y volvamos a la rutina del desayuno de mate con cigarrillo porque ya no queda ni para pan duro.
Yo venía desde un tiempo muy lejano solo para encontrarte. Yo venía de mi soledad. Yo quise salirme del espacio.
Vos venías de un silencio interminable, gritándome que te hablara.
Hoy te nombré y no escuchaste. Hoy te dije que la crueldad es tu espalda mirándome de frente.
Me pediste tantas palabras que no tengo, sólo para guardar las que no te di y correr en dirección contraria.
Hoy te nombré porque no me reconocí en vos. Hoy vos sos el silencio que te envuelve y que me escupe la cara. Hoy vos sos yo, y tenés miedo.

1 comentario:

antonelana dijo...

Ventana del balcón abierta y el viento sur revolviendo la cortina. Llega como una brisa al cigarro que se cae del brazo abatido, del cuerpo que descansa sobre la mesa, de los ojos que miran hacia la ventana del balcón abierta. ¡Las veo! ¡La escena!