lunes, 28 de noviembre de 2011

Este velo sobre las fauces del alma,
esta noche decidida a quebrarme la voz,
estos pretéritos convertidos en pretextos,
este cúmulo de indescifrables mensajes,
esa necesidad de pisotearme las entrañas,
estas ganas de tener voz,
esta ruina en la que me convertí,
esta soledad que me sofoca,
esa partitura resquebrajada,
este guión imposible de seguir,
esa rectitud que nunca alcanzo,
esa sobriedad que anhelo,
este papel que quiere decir lo que no grito,
este momento
eterno.
Esta cabeza que se agacha
para que así me puedas nombrar
sin miedo de encontrarte con esto que soy.
Esta sonrisa que dibujo
solo para acercarme sin necesidad de sombras.
Ese poema que rompo cada vez que escribo
para que nunca llegues a mirarme
sin el antifaz.

Ha llegado la hora; el mundo me observa,
me tiene entre ceja y ceja.
Tendré que bailar.

1 comentario:

Ire dijo...

Me encanta el final
Creo que me hace acordar a "Yo solo creería en un dios que supiera bailar" del viejo y querido Niesztche :P. O será porque lo entiendo, o tal vez no es que lo entienda sino que lo interpreto a mi gusto y paladar y armoniza perfectamente con mis experiencias. Bailar, ha sido en estos últimos años mis momentos de mayor plenitud frente a todo lo otro (no es que TODO haya sido horrible, pero sí me ha sido difícil sentir plenitud o "completitud"...fo...y la música me completa, y el cuerpo es el medium entre la música y yo, que en realidad tambien soy mi cuerpo...fo)